Somos el cambio

Bailarines natos que nos incitan a danzar bajo el son de la música que la naturaleza marca.

Hace tiempo nos quedamos sordos, ya no oímos la melodía; estamos muy ocupados e inmersos en nuestros propios pensamientos, nuestras «preocupaciones», intentando sobrevivir en un entorno que no hace más que recordarnos que tenemos que seguir a las masas si queremos seguir en pie.

Nuestras propias ideas se ven oscurecidas por estos miedos que siempre acechan. Hasta que un día gritas ¡Basta!

Entonces empiezas a perder tus miedos, te alejas de aquello que te hace daño, te vuelves más sensible, más intuitivo y empiezas a escucharte más. Ya no te importa tanto lo que otras personas piensen de ti, rompes tus ataduras, ya no te ocultas por miedo al «qué dirán». Empiezas a comunicarte desde el alma.

Este cambio lo notan los caballos, reaccionan ante ti de manera diferente, te miran como diciendo: «Hola ¿Nos conocemos, eres nuevo?». Te empiezas a relacionar con ellos de otra manera, más humana, más sencilla, sin tantos artilugios, sin condiciones, sin expectativas, solo 2 seres que quieren conocerse.

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«Descubramos juntos un mundo nuevo.»

Se acercan a ti, te huelen, interactuan contigo y se marchan con su familia: ellos necesitan estar entre caballos, nosotros podemos darles cierta compañía pero nunca podremos sustituir la que les da estar entre los suyos. Entender esto es solo cuestión de empatía y sentido común.

Ellos necesitan el contacto de otros caballos, aun así no de cualquiera sino de los que forman parte de su familia, los que ellos eligen, en caso de que puedan hacerlo: unas condiciones de semi-libertad no respeta esta posibilidad pues en el fondo los miembros de los grupos son bastante limitados como para dar lugar a la libre elección. Al final cada individuo tendrá que amoldarse a lo que hay pues es mejor siempre la compañía que la soledad; un caballo solo es una presa fácil para los depredadores.

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«No hay nada más reconfortante que la familia.»

La mayor parte de las veces los condenamos a hacer amistad con otros caballos que no les agradan: es totalmente normal que esto pueda ocurrir, a nosotros tampoco nos caen bien todos los humanos solo por el hecho de serlos (ni mucho menos…). Lo mejor que podemos hacer es crear un entorno donde ellos solos pudiesen libremente escoger con quien hermanarse: compartir su día a día, sus íntimos momentos de aseo («grooming») que refuerzan sus lazos afectivos, su espacio personal.

Solo hay que estar más atentos a sus señales, no pasar por alto su «rebeldía», un término del que discrepo totalmente. Se «revelan» porque no los escuchamos, porque creemos que nuestra visión es la correcta. Se trata de llegar  a un entendimiento, no al sometimiento o a doblegar al otro. Ellos intentan comunicarse con nosotros de la forma en que les hemos enseñado y como mejor lo saben hacer. No juzguemos sus actos por miedo, entreguémosles la atención que necesitan para sentirse escuchados, valorados, sentir que alguien se preocupa por ellos: son conscientes de todo, su entorno, nuestra actitud, su estado físico, el estado físico y psicológico de los miembros de su grupo y los que les rodean, son un auténtico escaner del presente.

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«Seres plenamente conscientes de su entorno.»

Podemos dejar de lado nuestro orgullo y nuestras creencias para empezar a escuchar lo que ellos nos dicen constantemente. En cuanto cambiamos esta actitud hacia ellos, ellos cambian.

«El verdadero cambio empieza en uno mismo.»

Daniela Cerquetti


2 respuestas a “Somos el cambio

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