Relaciones…. La palabra despierta en mí aquellas emociones y sensaciones que me invaden al estar entre caballos. Palabras como amistad, igualdad, conexión, unión… Como si de una película se tratara, se proyectan en mi mente imágenes de las experiencias que hemos vivido juntos… Momentos de mucha conexión donde me siento realmente una pieza más de un puzzle, sin necesidad de creerme imprescindible, líder o superior a ellos, sin sentirme por encima de ninguno ni de tener un estatus superior… La manada ya tiene su orden establecido, armónico, bien conectados ente ellos….
Yo no vivo las 24 horas del día, los 7 días de la semana con ellos, no soy un caballo (y ellos lo saben), por tanto, no puedo pretender tales vínculos… Pero no los necesito… Yo no soy quién para alterar el orden natural que ellos han creado…

(puntualizar: como humanos establecemos nuestros límites para una convivencia respetuosa entre todos. Si los vínculos se crean sin violencia, sin prisas, dejando que las cosas surjan de manera natural, sin condicionamientos, sin expectativas, no necesitaremos hacer apenas esfuerzo; los caballos bien socializados lo entienden perfectamente y las cosas surgen de manera natural… No es magia, es observación, respeto, empatía, paciencia, saber estar).
Momentos únicos…
Al otro lado de la valla, pasaban cabras pastando por terrenos municipales, los caballos no podían verlas bien porque la valla al ser de piedra no permitía ver el exterior. Sin embargo, el ruido que generaban al pasar alteraba la armonía del grupo. Yo, sin dudarlo, me arrimé a ellos para envolverme de la energía del grupo: desde dentro puedes ver y sentirla; mezcla de curiosidad y desconfianza (un miedo controlado, distinto al pánico, pues en realidad se sienten seguros en familia). Observas sus expresiones, el movimiento de sus ojos, sus miradas, la tensión en sus músculos, orejas bien despiertas, momentos de tensión y relajación, todo ocurre en menos de 2 segundos cuando te abres a sentir. Es una conexión total y es cuando te conviertes en uno más…

Comienzas a formar parte del todo… Es ahí cuando puedes decidir transformar esa energía en curiosidad y vencer el miedo. Te motivas a explorar, desde la seguridad de la manada, te coordinas con el pulso del grupo, andas al mismo ritmo y sabes que estas conectado… Desde mi lugar, siento una gran necesidad de mirar por encima de la valla y entregar todos mis sentidos al momento… Siento como una gran energía se me arrima por detrás y al girar la mirada veo a todos los caballos mirando con expectación mi actitud, imitando mi curiosidad. Los veo comenzar a arrimarse a la valla y sacar la cabeza por encima. El miedo ha desaparecido, ya no son víctimas sino «depredadores de experiencias»: el espíritu guerrero ha despertado. Entonces, poco a poco me voy alejando, sin alterar la energía que envuelve al grupo y empoderándolo del momento, pues ya no me pertenece, ha pasado a ser suya.
No había expectativas, yo no sabía cómo iban a reaccionar, no hay seres superiores o inferiores, yo solo soy una pieza más, no hay diferencias entre nosotros, todos teníamos las mismas posibilidades de experimentar… La integridad, la pureza y transparencia de nuestros actos es lo único que ellos ven, para ellos no tenemos máscaras, hay que ser sincero con uno mismo… La curiosidad debe ser real…
Cuando te entregas totalmente al momento presente es cuando surgen estos momentos que parecen mágicos, pero que no son más que la realidad en su estado mas puro.